Cuando estuve en Guayrapa me sucedió una cosa curiosa que quería compartir.
Allí comentamos aquello que nos parece relevante.
Y una de las cosas que comenté fue, lo que me acompleja las secuelas de mi parálisis facial.
Bueno, pues después de esta confesión, una mujer del grupo que me resulta fascinante, me cogió la cara y me masajeo la zona paralizada diciéndome a la vez..."Pobre, te acompleja tu parálisis facial".
Y en ese gesto percibí verdadera compasión. Es decir, amor, amor por el sufrimiento del prójimo sin que existan niveles de dignidad.
Dignidad...
Bueno, pues curiosamente, aunque pensaba que no evolucionaba nada en ese retiro... "Lo permití".
Es decir, no hice bromas para evitar la profundidad del momento, no.
Ni me aparté, ni fingí que no existía esa preocupación por mi sufrimiento. NO.
Sencillamente dejé que sucediese. Dejé que me cuidasen, que me mimasen, que me compadecieran.
Yo que jamás permito eso. Yo que siempre he sido cuidador.
Permití que fluyese el niño dolorido que necesita mimos.
Y me sentí... DE MARAVILLA.
Sólo eso, constatar lo RICO que me supo el momento.
Gracias. gracias.
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