
En un reloj de arena, la cantidad que pierde una parte la gana la otra.
Tanto crece una como decrece la otra.
De la misma manera cuanto más fuerte, rica y capaz es el alma de una persona, menos requiere la protección del caparazón gregario.
Y este es un camino bidereccional, según asumes tu identidad sin miedo a la no aceptación social, y otras consecuencias, menos necesidad tienes de definirte en una colectividad.
Por el contrario, según te haces débil, inseguro y temeroso, requieres definirte por las colectividades a las que te sientes pertenecer: "Soy vasco, soy católico, soy punky, soy madridista, soy de derechas...".
Conozco ejemplos en el que no consiguen satisfacción en ninguno de los dos lados. Es decir, no se sienten en paz con su identidad, ni les vale los caparazones gregarios.
Por supuesto en una perpetua infelicidad, desasosiego e insatisfacción. Situación que al menos el espíritu gregario suele conseguir acallar.
Pero, a día de hoy, no he conocido nadie que sea de espíritu, rico, fuerte y capaz, y ansíe la protección de las colectividades gregarias.
¿Y declarare "librepensador" no es definirte en una colectividad?
ResponderEliminarSí, el viejo dilema.
ResponderEliminarSi no estás en un grupo, formas parte del grupo que no pertenece a ningún grupo.
Po fueno, po fale, po malegro.
No, si está muy bien...formar parte del grupo de los librepensadores es mucho más honorable que hacerlo en el de los que no pertenecen a ningun grupo.
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