Recuerdo en una carrera (cuando mis articulaciones me lo permitían), como un corredor iba con cara agónica... "Le estaba dando una bajada de glucosa" y el pobre iba pidiendo algo con glucosa cual mendigo desesperado.
Por suerte yo llevaba barritas energéticas en el bolsillo y claro, le dí una encantado.
El hombre me agradeció muchísimo y me dijo..."Hoy voy a acabar esta carrera por ti".
Y yo pensé (entonces pensé, ahora lo digo), "Gracias a tí porque con un gesto tan pequeño e insignificante para mí me has devuelto un agradecimiento maravilloso y lleno de amor".
El me dio mucho más a mí, que yo a él.
Si estás atento es mucho más gratificante dar que recibir. pero claro, el ego puede distraernos, y soltarnos su retaila..."Y si luego la necesitas tú, que se hubiese preocupado... (Y todas esas cosas)".
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Otra parcela complicada es el recibir, no pensar, "Ya y luego me lo echará en cara, o estaré en deuda, o todas esas cosas...".
Como decía un proverbio chino "Para saber dar antes hay que saber recibir".
Recibir con humildad y con agradecimiento.
Y cuando recibes, enfocarte en lanzar a quién te da un gran chorro de agradecimiento sincero de tu corazón. Hacerle sentir que es importante lo que recibes de él, por pequeño que sea. Porque es el gesto más que el regalo lo que debemos valorar.
Bueno, pues con esto tenemos un magnífico plan para las transacciones que son los regalos...
Estar agradecido de corazón tanto cuando das como cuando recibes.
Pero tenemos los otros tres ejemplos...
El que es muy generoso, da con facilidad, pero no quiere aceptar nada de nadie, tiene miedo de sentirse en deuda...
El que recibe muy a gusto, y es de verdad agradecido, pero luego para dar.... "Digamos que le cuesta".
Y por supuesto el peor de todos, que ni da ni recibe porque desconfía de todos, desconfía de que un regalo pueda venir sólo por el deseo de hacer feliz a otro.
Esta me parece sin duda la opción más pobre.
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